IGUALDAD SE ESCRIBE CON EL SIGNO MENOS POBLACIÓN LGBTI

Por: Tooto Gutiérrez

Personalmente he sentido la exclusión y el rechazo por mi condición de gay, he sido juicioso y responsable en los trabajos y labores que he desempeñado, y generalmente cuando conocen de mi condición sexual, en alguna reunión de la empresa o salidas con compañeros de trabajo, o cuando nos dejábamos llevar por el ambiente que conlleva la rumba, el mensaje del jefe de personal era: “que pena señor Gutiérrez, estamos recortando personal, usted ha sido buen trabajador, nos gustó su labor”, y finalmente me despedían, lo hacían de manera disimulada anotando un motivo o consideración distinta;  era claro que lo hacían por mi orientación sexual, sin decirlo de frente, pero yo lo sabía, lo sentía.

Ahora bien, esa exclusión comienza desde la misma casa, desde el mismo hogar,  siempre pensé que la gente gay de la calle y los trans, eran de una clase media baja, que en el seno del hogar el padre le decía a la madre, “el chino nos salió marica” y ahí comenzaba la lucha, por cuanto los cuestionamientos diarios eran: “siéntese como un hombre, porque camina así”, y esa lucha pasaba a la escuela, donde todos los días con los compañeros era una pelea diaria, el coordinador llamaba al padre a decirle: “su hijo no hace sino pelear con los demás compañeros”, pero no se daban cuenta que era por su personalidad y estilo diferente. Ya para entonces me pintaba el cabello en la casa, así no lo quisieran, consigue amiguitos de 11 o 12 años en la misma situación, ellos terminaban saliéndose de la casa y empezaban el camino de la prostitución. También conocí de situaciones en la clase media alta, en esos casos, cuando los padres avizoraban esa realidad, lo único que consideraban era llevar el niño al psicólogo, parar darle un mejor manejo de la homosexualidad.

He conocido muchos profesionales homosexuales, que tienen dificultades para convivir en una sociedad excluyente. Con el paso del tiempo he comprendido que no debe ser así; que el amor dado a un hijo gay, sea de la clase social que sea, se reflejará en su adultez. Como se podrá corregir un niño de tres años que juegue con muñecas y le cuestionen su juego, cuando un niño de tres años no sabe ni siquiera que es ser gay, solamente quiere jugar.

Conozco población LGBTI de distintas clases sociales, que son buenos hijos y ciudadanos y que incluso ayudan a los demás, porque desde pequeños les brindaron amor, apoyo y no los estigmatizaron. 

Publicidad

 Para hablar de la desigualdad en la población LGBTIQ+ hay que hablar primero de la desigualdad de la población en general, haciendo énfasis en que todas las personas no somos iguales, ya que cada persona es única e universal.

La población LGBTIQ+ no necesita ser etiquetada con una letra específica, porque ahí, estaría marcándose la primera desigualdad entre nosotros mismos. El pertenecer a esta población no debe ser obstáculo para ser parte de una sociedad cambiante, variante, pero al final evolutiva.

Esta “pequeña minoría” como siempre se le ha querido señalar, hoy en día no es tan pequeña, la vivimos muchas personas de la sociedad, gente del común, que de una u otra forma comparten el diario vivir con cualquier letra de esta población. El pertenecer a la población LGBTIQ+ no debe significar desigualdad en sus derechos, toda vez que cumplen con sus deberes como cualquier ciudadano del común.

Publicidad