LA COMETA ABIGARRADA (*)
Por: FARID NUMA-HERNÁNDEZ
El viento de los papalotes arreció desde el amanecer, no había tiempo que perder, desde la noche anterior Merquiardo dejó preparada su cometa de abigarrados colores, que remontaría el firmamento antes de que la canícula azotara al Egeo; se encontraría con sus compañeros Saúl y Jorge, harían una competencia de cometas, un festival eólico. Su abuela Delia María, constante animadora y frecuente compañera, no tendría cabida esta vez; ella siempre disfrutaba de la caminata hasta lo alto del cerro El pico del águila; el sol, el mar y los ramalazos de viento fresco con el sabor salobre del azulenco mar, la seducían; ese domingo deseaba asistir al ágora, pues los sofistas se habían dado cita para un torneo de retórica, sobre la democracia.
Cuando Merquiardo llegó al punto geométrico de encuentro con sus compañeros, que también era el camino para el ágora, se topó con Gervasio, el vigilante de la taberna El Ganso, el cual portaba un inmenso papalote casi tan grande como él.
- ¿Tú vas a venir con nosotros? Con esa cometa gigante nos ganarás fácilmente -fue el jovial saludo de Merquiardo, sorprendido con su presencia. Apreciaba al viejo Gervasio, que en las ocasiones especiales lo dejaba colarse en la taberna y desde la buhardilla escuchar las disertaciones, reservadas para los mayores.
- Hace mucho tiempo mi cometa remontó los aires; desde ese entonces, he querido volver a sentir el ímpetu del vuelo libertario de algo tan frágil y volátil como el pensamiento -murmuró Gervasio, entrecerrando sus ojos grises con pícara sonrisa-, me enteré de la competencia por Jorge, tu compañero, ayer me visitó en El Ganso, y el muy atrevido me retó, pues aquí estoy muerto de la dicha y no del susto, como él querría por el desafío que me espetó.
En eso llegó Saúl el negro, como cariñosamente lo apodaban, en compañía de Jorge al que le brillaron sus verdes ojos, al ver que Gervasio le había aceptado el reto. Todos venían armados de papalotes de múltiples tamaños y colores, con gigantes carreteles de piolas que controlarían el vuelo y retarían la fuerza del viento del Egeo. Cuando se disponían a marcharse, se asomó en el camino el profesor Lanziano con su amigo Erasmo, que muy circunspectos se dirigían al ágora, querían escuchar a los sofistas, confrontar las ideas enarboladas por ellos entorno al concepto de democracia.
- ¿Qué es lo que sucede aquí? Arman paseos y no invitan -saludó el profesor, en son de reclamo palmoteándole la espalda a Gervasio-, y hasta mi primo me resultó ingrato -ladró sonriéndole a Jorge, que protegía su cometa, como si se la fueran a rapar-.
- Vamos para El pico del águila, a una competencia donde el juez será el viento; el diseño y el tamaño de la cometa estarán a prueba de acuerdo con la destreza de los competidores -respondió Gervasio, sonriente-, tu primo Jorge me ha retado y ese fue el acicate para aprovechar la oportunidad de volar libremente.
- ¿Qué te parece Erasmo? Nosotros preocupados por entender qué es la democracia y estos vagos soñando con remontar el firmamento -protestó Lanziano, levantando sus largos brazos, mientras oteaba la línea azul del horizonte-.
- Subir a El pico del águila, para mí ya es toda una apuesta -ladró Erasmo, quitándose el infaltable gorro, para rascarse mejor la cabeza-, ¿será que hoy logran ponerse de acuerdo los sofistas, sobre el concepto de democracia? Sospecho que seguirán dándole vueltas al asunto y siempre quedarán cosas por definir.
- Tienes razón -acentuó Lanziano, penduleando la cabeza de arriba abajo-, sugieres que nos peguemos mejor a este paseo; de todas maneras si los sofistas definen algo o llegan a estar de acuerdo, lo que literalmente es imposible, ya lo sabremos, y si han de continuar con el debate nos vincularemos en el próximo.
- Además, al observar estas frágiles cometas, reflexioné que ellas son un excelente ejemplo de democracia -masculló Erasmo, mirando los azabaches ojos del Negro Saúl-, ¿no objetarán ustedes nuestra compañía?
- Sois bienvenidos fraternalmente, somos libres como el viento y en El pico del águila se respira el aire de libertad; con estoicismo soportaréis nuestras imprudencias -advirtió Jorge, con deseos de morder el pastel-, para comenzar, mientras llegamos a la colina, ¿quisiéramos saber cuál es la relación de la democracia con la fragilidad de estas coloridas cometas; mencionada de manera especial?
- No me sorprende tu inquietud, se nos ha vendido que la democracia es vigorosa, pero eso es una apariencia, es la fachada para ocultar su fragilidad -ripostó Lanziano, con paso firme, emocionado por su feliz encuentro con la naturaleza-, me atrevo a decir que esa fragilidad es un atributo de la democracia, observemos, muchos salen en su defensa, pero todos la manipulan de acuerdo con sus intereses, o fines particulares.
- Quieres decir que los que vociferan en su defensa no son demócratas -murmuró perplejo Merquiardo, desconcertado con lo que oía-.
- Tú lo estás diciendo, cómo podríamos llamar a alguien que pretende defender una idea, un concepto, pero en los actos de su vida cotidiana hace todo lo contrario de lo que predica -preguntó Erasmo con ironía-.
- El que predica y no aplica es un pecador -apuntó Merquiardo inocentemente-.
- No se trata de un juicio moral, ese personaje es un estafador -murmuró Saúl-.
- Es todo lo que ustedes dicen muchachos y más, yo lo llamaría un farsante, un ser detestable que engaña y embauca a la gente de buena fe -ladró Jorge, mirando inquisitivamente a sus amigos, que se rezagaban en los primeros ascensos a la colina; él venía de una hermosa villa labrada en una accidentada montaña.
- Si todos estamos de acuerdo que la democracia es un concepto que se materializa en los actos de los hombres, en la organización social, en sus tópicos económicos, políticos y culturales -rezongó Lanziano-, cómo entenderíamos que los denominados demócratas atenten contra la sociedad que pregonan defender.
- No entiendo lo que dices -preguntó perplejo Merquiardo-, cómo pueden ir en contra de su propia sociedad, violando los postulados que ellos predican, se estarían haciendo daño a sí mismos, a la familia y a sus amigos más cercanos.
- Vender la idea de democracia es fácil, arroparse con ella y llamar a todo el pueblo que la defienda, los convierte en adalides -latió Erasmo-, y entre más bulla hacen, más réditos obtienen: son los abanderados de su defensa.
- Yo no veo nada de malo en eso -balbuceó Saúl, que ya empezaba a cansarse del empinado camino por su robusta contextura-, podrías ser más explícito ¿dónde está el pecado?
- ¿Tú estás de acuerdo con la elemental definición, que la democracia es el gobierno del pueblo para el pueblo? -picó Erasmo con sorna-.
- Estoy de acuerdo, así debe ser -balbuceó Saúl-
- Y tú crees que las leyes que rigen la sociedad y se aplican están hechas para favorecer a la mayoría de la población, a los más humildes, a los desprotegidos.
- Creo que no ha sido ese el sentido de las leyes que yo conozco.
- Entonces estarías de acuerdo que ellas no están hechas pensando en el bienestar de la gente -lo acribilló Lanziano-.
- No sería capaz de responder, además porque no sé en qué consiste el bienestar de la gente que mencionas -se defendió Saúl-.
- Tú crees que las necesidades básicas de existencia como alimentación, salud, techo, para garantizar la vida físicamente de la gente están resueltas en esta sociedad? -insistió Lanziano, que quería aclarar las dudas-.
- Por supuesto que no; conozco familias que únicamente toman una ración de comida al día y veo con frecuencia niños, ancianos y hasta escuálidas mujeres escarbando en la basura, buscando sobras podridas para saciar el hambre -farfulló Saúl con dolor-.
- Me imagino que si esos seres no tienen para comprar un mendrugo de pan, tampoco tendrán un techo donde cobijarse y cómo aliviarse de una enfermedad o un accidente cuando esto les ocurre -atacó Erasmo, para permitirle al profesor que tomara un segundo aire, próximos a la cima del Pico del águila-.
- Suena muy bonito lo que ustedes preguntan -latió Jorge con rencor- ¿dónde han visto que los pobres sean atendidos decentemente por un galeno? ¡Yo, cuando sea médico lo he de hacer! vayan a los pabellones de los hospitales para que vean el sufrimiento y el olor de la carne putrefacta de los pobres, que se mueren a plazos; no sé por qué, pero la pobreza es maloliente y todos la esquivan.
- Ustedes lo han dicho -exclamó Lanziano, parado en una roca en la cima de la colina, abrazando el aire fresco y salobre que subía del Egeo-, si estos derechos mínimos no existen para todos los ciudadanos, eso es una prueba fehaciente que la democracia es una falacia.
- El otro día Calicles me dijo que éramos una democracia imperfecta, porque a pesar de todo, podíamos expresar lo que quisiéramos, y participábamos eligiendo a los gobernantes -murmuró con ingenuidad Merquiardo-,
- ¡Sí! Algunos sofistas se pasan de listos y nos creen tontos -ladró Erasmo, que no soportaba la artimaña como argumento-, vociferan barbaridades que conceptualmente son inaceptables; democracia imperfecta, es igual que decir: matrimonio no consumado, confesión sin arrepentimiento o milagro sin sanación. La democracia es un concepto integral para toda la sociedad y los que la conforman por igual, sin distingo de raza, sexo, edad o religión. O es que esa definición artificiosa significa que para unos si aplica la democracia y ¡para otros no!
- Es muy fácil deducir que una sociedad así no sería una auténtica democracia, eso es un remedo para ocultar la desigualdad, la injusticia y el abandono de las gentes a su infame suerte -balbuceó Merquiardo con sentimiento-.
Gervasio había guardado silencio en todo el camino de ascenso a El pico del águila, sus pulmones maltratados por la adicción al tabaco, ya no le respondían, pero su férrea voluntad por la vida y el amor a la libertad superaba cualquier obstáculo físico. Tendió la inmensa cometa en el piso y le pidió a Jorge que le ayudara a desplegar sus amplias alas, convirtiéndola en un colosal pájaro que remontaría el vuelo más allá de las islas del Egeo, y mostrándola con orgullo manifestó:

- Los escuché hablar todo el tiempo sobre la democracia, pero apenas han rozado algunos aspectos formales de ella; no se han referido a la esencia del término, bastante manoseado y utilizado para encubrir autoritarismos y formas despóticas de poder.
- Podrías explicarnos de manera más sencilla y con algunos ejemplos para entender mejor tus planteamientos? -le dijo Jorge, mientras terminaba de extender los imponentes alones de la cometa-.
- Sorprendidos estaban cuando vieron mi papalote -respondió Gervasio-, pero sólo ahora pueden ver su verdadera dimensión, no se imaginaban cuál era su verdadero tamaño, y todavía desconocen la capacidad de vuelo, la altura que ella puede remontar y la larga distancia más allá del Egeo. La verdad es que el potencial de este instrumento de vuelo es igual a la genuina democracia, inimaginable para la mente de los hombres.
- La verdad es que quisiéramos que fueras más explícito con tu disertación -requirió Jorge, alisándose las doradas guedejas que le caían sobre la frente-.
- Es natural vuestra inquietud, mal acostumbrados a los gobiernos autocráticos ante el asomo de un mejoramiento de las condiciones de vida, creen que las cosas en realidad han mejorado sustancialmente, que estanos en una sociedad más justa y equitativa -disertó Gervasio, mientras le pedía ayuda a Merquiardo y Saúl, para que le sostuvieran la inmensa cometa de abigarrados colores y lanzarla al vuelo-.
- Entonces ¿a cuáles aspectos te refieres? que no los has dicho aún -apretó Jorge, no quería soltar la presa-.
- Son aquellos que permiten que un ser humano, sea algo más que un ente -masculló Gervasio sonriente, sosteniendo la abigarrada comenta que levantaba el vuelo-, me refiero a los aspectos de orden intelectual, creativos y espirituales como los que provee la educación, la recreación, el desarrollo de las artes, la ciencia y la tecnología y los procesos de sublimación del cuerpo y el espíritu; si partimos del principio que somos más que un cuerpo, una unidad indisoluble de mente, alma, cuerpo y espíritu.
- ¿A dónde nos quieres conducir? -insistieron los verdes ojos de Jorge-.
- Esto es innegociable -enfatizó Gervasio, mientras miraba fijamente su papalote que remontaba los aires-, en una democracia todos los hombres tienen el mismo derecho a desarrollar, conforme a su concepción del mundo, cualquiera de estos aspectos, incluso el desarrollo de su libre personalidad sin que pueda ser censurado o coartado en su libertad de pensamiento.
- Creo que vamos entendiendo -interrumpió el negro Saúl, con la imprudencia que lo caracterizaba-, pero ¿eso que dices es posible? Que en la sociedad exista la igualdad y el respeto hacia los demás, que se practique la tolerancia como una forma de vida, que no excluyamos al otro por la forma de pensar, de vivir, incluso de amar.
- No sólo es posible, es una necesidad -gruño el profesor Lanziano, que sostenía el carrete de la cometa de Gervasio, que amenazaba con arrastrarlo-, esos elementos considerados por algunos de poca monta, son esenciales en la conformación de la sociedad moderna, de una sociedad igualitaria, donde el hombre ejerce como un ser social, creativo, innovador, irreverente y libertario, que rompe las cadenas mentales que lo oprimen, no acepta sumisamente el rol impuesto por el poder: un vegetal que nace, crece, se reproduce y muere como las demás especies y los esclavos.
- ¿La libertad que pregonas acaso no daría paso al desorden y el desgreñe de la sociedad? -insistió Saúl, de corazoncito cuadriculado-.
- ¿Tu padre y tu madre, son libres de hacer su voluntad en tu hogar? -le respondió Lanziano con otra pregunta-.
- Por supuesto que sí -respondió extrañado Saúl-, también viven allí mis cuatro hermanos y los abuelos, los padres de mi madre.
- Y el hogar, la casa en la que viven, es ordenada, agradable o hay un desgreñe permanente y disputas entre tus padres, con tus hermanos y tus abuelos.
- Claro que no, eso nunca sucede, la austeridad en que vivimos no implica una confrontación de los que allí moramos alegremente; usted puede venir cuando quiera, siempre será bienvenido, con un aromático café o unas deliciosas onces si así lo desea -latió el joven con el rostro iluminado-.
- Por lo que dices, puedo deducir que tu familia es feliz, viven en paz y en armonía.
- Totalmente, en mi casa las diferencias se resuelven con el dialogo -bramó Saúl emocionado, haciéndole honor a su raza-, el respeto entre nosotros es una máxima, una forma cotidiana de vida, las discusiones en la mesa en la hora de la comida, presidida por mi padre y secundadas por el abuelo, son un taller, una escuela que nos enseña a escuchar los argumentos contrarios a nuestras ideas, para aprender de éllos o refutarlos con conceptos elaborados por la filosofía y las ciencias.
- Entonces podrías afirmar que en tu familia ¿conviven bajo los preceptos de una democracia?
- ¡Sin duda alguna! -respondió Saúl, lanzando al vuelo su cometa-.
Jorge y Merquiardo disfrutaban de las acrobacias que sus cometas les brindaban; mantenían un vivo interés por la polémica desatada, entendían que Lanziano y los dos amigos que lo acompañaban y también disfrutaban del eólico paseo, fueron parcos, apenas insinuaron algunos aspectos fundantes de la democracia; picados por la curiosidad, querían saber más. Jorge, intuitivo y sagaz manifestó:
- Parados en la cima de El pico del águila, donde se respira un aire de plena libertad, deseamos oír cuál es la relación real de las cometas multicolores que adornan el firmamento del Egeo, con el tema en cuestión, la democracia.
- No quisimos perturbar vuestra jornada; el asunto es candente y las inquietudes deben ser aclaradas –dijo Lanziano condescendiente, Erasmo le ayudaba a Gervasio con su cometa, arrastrada por el viento y continuó-, lo más vistoso de una cometa son sus abigarrados colores, en la lejanía del firmamento fulguran, contrastan con el azul del cielo y los múltiples colores del mar, desde el verde aguamarina hasta el azul profundo.
- Es cierto, todos estamos deleitándonos mecidos por el fresco viento, con un paisaje arrobador; pero creo que has esquivado mi pregunta -replicó Jorge, sin dejar de observar su cometa que se elevaba-.
- Es muy fácil, la respuesta la tenemos en nuestros ojos -rezongó Lanziano, socarronamente-, ves que tu cometa está formada por cinco colores diferentes y la de Gervasio, que ya no se distingue en el horizonte, tiene la gama de todos los colores, y están a la misma altura, no riñen entre ellos, no hacen ostentación de su belleza, el rojo no compite con el azul, y el verde no rechaza al amarillo o al morado, ninguno se afana por aparentar o dominar y someter a los demás.
- Es muy claro lo que dices -intervino Merquiardo, solazado en su papalote que revoloteaba mecido por el aire del Egeo-, desearía saber cuál color vuela más alto, perdón, quise decir ¿cuál es más importante?
- Todos son importantes y unidos remontan el vuelo por igual -latió el profesor, con pícara sonrisa-, cada uno juega el papel que le corresponde; en la cometa son una unidad.
- Y ¿si la cometa declina o es arrastrada por el huracán al acantilado, que colores son presa fácil y cuáles se mantienen erguidos? -insistió el joven-.
- Cuando la tempestad destruye la cometa, ninguno se salva -explicó Lanziano con paciencia-, y si en pleno vuelo un color sufre un accidente, se rompe por la colisión con un pájaro u otro objeto; difícilmente el papalote se sostiene, se hace más vulnerable, todos acuden solidariamente a salvar la cometa de su catástrofe.
- Ahora entiendo la semejanza -ladró Jorge, quitándose el rubio mechón que le cubría el rostro-, lo que le sucede a alguien afecta toda la estructura de la cometa, la pone en riesgo; igual sucede con la democracia, no es él, el afectado, es toda la sociedad, la que peligra, la que tambalea, porque se trata de una unidad donde no pueden existir aventajados, que sacan provecho de los demás, incluso de sus desgracias.
- Para Calicles, es natural y justo que los fuertes dominen a los débiles -balbuceó Merquiardo desde su ingenuidad-, y lo más sorprendente es que considera injusto que los débiles se opongan, se resistan a la opresión.
- Qué pena con el Sofista, pero él se estaría refiriendo a otra organización social, a una sociedad autoritaria -exclamó Erasmo con rencor-, donde unos están arriba y otros abajo, los poderosos y los oprimidos; en un sitial los jerarcas y en el lodo los humillados y ofendidos.
- Los hombres extraviaron el camino de la sociedad -vociferó Lanziano sumándose a Erasmo que apoyaba Gervasio para impedir que este fuera arrastrado por el inmenso papalote-, igual que cuando se revienta la piola de la cometa, se destroza contra el acantilado o cae al mar en medio de la turbulencia de las olas.
Los tres jóvenes, quedaron pensativos divisando el alegre revolotear de sus pájaras desde la cima de El pico del águila, la tarde caía lentamente, el sol se ocultaba coquetamente detrás del Peñón de Gibraltar; la cometa de Gervasio, en lo alto del Egeo, bordeaba los límites del mediterráneo. Merquiardo recordó a su abuela Delia María, quien habría disfrutado ese día en el torneo de los sofistas, estaba ávido por conocer los argumentos de Calicles, y él, en compartirle su mágica experiencia; ensimismado andaba en esos pensamientos cuando escuchó el grito de auxilio del profesor Lanziano, agarrado de Erasmo y de Gervasio.
- ¡Pronto muchachos! Ayudadnos a sostener esta abigarrada cometa que nos arrastra a los tres al abismo, con vuestro peso y decisión quizá podamos controlarla, no dejaremos que se pierda y unidos todos, los seis como un solo hombre, a pesar de las diferencias tal vez ¡salvemos la democracia!
Abril 7 de 2022, año en el cual derrotaremos la “pandemia”

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