LAS FRUSTRADAS ASPIRACIONES POLÍTICAS DE INOCENCIO DEMÓCRITO

Por: LUIS JOSÉ ARÉVALO DURAN

Empecemos por señalar que todos en Bucaramanga conocieron al arquitecto Carlos Enrique Virviescas Pinzón,  como inspirador y director de la CDMB, entidad que protegió con éxito la margen occidental de la meseta de Bucaramanga del cáncer de la erosión; o como el alcalde de la ciudad bonita, que recibió en la ciudadela real de minas, al hoy en proceso de canonización, papa juan pablo segundo; o como miembro activo de la fundación participar; y finalmente como concejal de Bucaramanga, aceptando la invitación de los gremios de la ciudad para que aportara sus conocimientos y su probada moralidad a la caótica ciudad que aun padecemos, por ello esta crónica inicia con una anécdota que compartió familiarmente, con el autor de este escrito, sucedida cuando oficio como concejal de Bucaramanga, su ultimo encargo público.

 

Contaba Virviescas Pinzón, entre otras cosas nacido en puente nacional, graduado de la universidad de Brasil, que al llegar como concejal minoritario, lo invitaron a hacer parte de la coalición del cabildo municipal, participando y aportando activamente en los debates de ciudad, pero que sus compañeros de bancada respetuosamente le solicitaban retirarse de las reuniones, en las que se pactaban las cuotas burocráticas u otros arreglos no santos con el ejecutivo, para condicionar la aprobación de los acuerdos municipales que proponía la administración, con la expresión: “Doctor Carlos, le pedimos que se retire de la reunión, para que no se ponga colorado con lo que aquí escuche”.

 



Esta anécdota hace notar de manera ostensible la realidad de los cuerpos colegiados del país, en donde la mayoría de quienes resultan elegidos no buscan la satisfacción de las necesidades ciudadanas e intereses colectivos. Sino saciar sus apetitos burocráticos y económicos que aseguren su reelección y la esquilmación del patrimonio público, además por cuanto para llegar a tales posiciones deben invertir grandes sumas de dinero, por la falta de formación ciudadana de la mayoría de sus electores.

 

En el trasegar político de Inocencio Demócrito, desde capitán de debate, impulsando las candidaturas presidenciales de Luis Carlos Galán Sarmiento, hasta los dos intentos por llegar al concejo de Bucaramanga, retratan las historias truculentas que confrontan la realidad electoral de quienes participan y promueven sus candidaturas a través de las ideas y propuestas, frente a  quienes lo hacen perpetuando sus privilegios a partir del usufructo del erario público y el acceso a la frondosa burocracia oficial.

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Inocencio conocía  la ciudad de sur a norte y de oriente a occidente, todas sus comunas y corregimientos, sus barrios, desde los encopetados hasta los más humildes, ubicados en las laderas de la meseta, sus dirigentes y necesidades por haber ejercido durante los años su judicatura como asesor de las juntas de acción comunal y estar siempre al tanto de las realidades de nuestro entorno, por ello en el año 1994, en medio de la alegría y la esperanza por la nueva carta política, que abría las puertas de la participación ciudadana, presento por primera vez su nombre al escrutinio de los bumangueses, en una campaña limpia y propositiva que recibió el apoyo de 650 bumangueses que creyeron en la propuesta política, sin comprometer su criterio político y mucho menos el patrimonio familiar en busca de buscar apoyos a cambio de dadivas económicas.

 

A partir de esta experiencia, Inocencio intento años más tarde, aspirar nuevamente al cabildo municipal, ahora con el apoyo de un barón electoral, pero sin comprometer su criterio e independencia política e ideológica. Aspiración que nuevamente fracaso por la falta del llamado engrudo o pegante para los afiches, que en términos politiqueros, es el dinero que pretenden los mal llamados dirigentes comunitarios para mover la amorfa masa electorera.

 

Aprendió Inocencio de sus dos dignas derrotas que las elecciones se ganan el día en que se desarrollan, que quien escruta es quien elige, y que la mayor inversión en recursos humanos y financieros se ejecutan en el señalado día, en el que incluso hay que asegurar el transporte a las mesas de votación de sus más fieles electores, por cuanto nuestra débil formación política no motiva la participación voluntaria y comprometida de los ciudadanos.

 

Por ello hoy recuerda como en su segundo intento electoral y después de haber auspiciado la legalización del asentamiento humano denominado Café Madrid, gestionando con los extintos ferrocarriles nacionales y la alcaldía de Bucaramanga la entrega de títulos de propiedad a más de mil poseedores de buena fe y esperando el respaldo político de su dirigencia, especialmente del presidente de la junta de acción comunal y después de haber realizado sendas reuniones de apoyo con francachela y comilona, su segundo día de aspiraciones electorales inicio muy temprano visitando el citado sector, sin encontrar por ningún lado a su aliado dirigente comunal, de quien después se enteró, en esos momentos se encontraba haciendo componendas electoreras no santas, cambiando apoyos por dinero y ingresando la maquinaria electorera. El resultado fue evidente pues tan solo consiguió el apoyo de 50 electores de los mil a quienes ayudo a gestionar la entrega de sus títulos de propiedad.

 

Ese día, Inocencio Demócrito encontró en cada cuadra del sector una lechona dispuesta por el politiquero vencedor y hablando con algunos leales vecinos se enteró que en la medida que el presidente de la junta de acción comunal es quien gestiona y distribuye las ayudas estatales, llámense afiliación al Sisben, certificados de vecindad, almuerzos fraternos para la tercera edad y refrigerios escolares, cupos en los colegios públicos, puestos y contratos de obras menores entre otras ayudas oficiales, tiene el poder de incidir notoriamente en el voto amarrado y que la votación previamente la había negociado con el concejal triunfador.

 

También advirtió Inocencio que los capitanes de debate hacen parte de la frondosa inversión del día electoral, que entre más tenga contratados más se mueve su elección, estos mismos y terminada la jornada de votación, se convierten en testigos electorales para garantizar el resultado y el cobro de los saldos de la contratación previa con el politiquero de turno. Que en ocasiones el voto es para quien pague el voto a última hora, es decir les reciben a todos y el ultimo que paga antes del ingreso al puesto electoral es el beneficiario del voto comprado.

 

Desconocía Inocencio la estrategia o negocio del tarjetón marcado, que consiste en la operación de sedes políticas cercanas a los puestos de votación, allí son recibidos los ciudadanos previamente negociados para la compraventa del voto, al primero en la fila del carrusel de corrupción se le entrega un tarjetón falso o en fotocopia previamente marcado, con el compromiso de sufragar con este y sacar del puesto electoral el tarjetón valido que le entrega el jurado, naturalmente sin marcar. Con este tarjetón valido inicia el carrusel en el cual los demás electores hacen lo mismo del primero y el politiquero delincuente asegura sus votos y su fraude. Esto permitido por las autoridades de registro electoral, que nunca verifican las inscripciones masivas de ciudadanos, en puestos de votación que no tienen relación de vecindad con los nuevos inscritos.

 

Hoy Inocencio Demócrito, retirado de sus aspiraciones políticas, reflexiona en cuanto a que sus experiencias electorales se frustraron por no haber accedido a cambiar sus ideas, ni su independencia ideológica y que otro debe ser el camino para modificar nuestras costumbres políticas, porque en las actuales circunstancias los ciudadanos de acuerdo a su posición socioeconómica comprometen su apoyo electoral a un candidato a cambio de un contrato, una posición burocrática o el mendrugo que cae de la mesa del politiquero de turno.

 

Y que finalmente el cambio de nuestras costumbres políticas, debe inspirarse en la educación y formación ciudadanas, nada cambia más a una sociedad como la instrucción de sus ciudadanos, el principal factor que modifica el rumbo de una nación es formar ciudadanos capaces de razonar y actuar en consonancia con sus principios y no para saciar las apetencias personales o familiares, hay que pensar en todos, con un pensamiento solidario y menos personalista, así lo entiende hoy Inocencio Demócrito después de intentar  cambiar el estado de cosas desde su frustrada lucha, pero que hoy se convierte en un legado para las nuevas generaciones.

 

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