Entrevista exclusiva para CÚBICA con el expresidente de Colombia, Ernesto Samper Pizano.

Por: DAVID SILVA ESPINOSA

La entrevista fue concedida el pasado cuatro de octubre de 2022. Agradecimientos Especiales: Al profesor Juan Camilo Giorgi Martínez y al presidente de la Corporación Buen Ciudadano, Celestino Arango Cano.

Las contribuciones de la familia Samper al progreso de Colombia, se cuentan en diferentes campos. Por su conducto, llegaron las Cámaras de Comercio, la Cruz Roja, la Energía Eléctrica de Bogotá, la primera fábrica de cemento, y la educación liberal del Gimnasio Moderno.

Al margen de un origen social que lo predestinaba al triunfo, su propia valía y esfuerzo, llevó al expresidente Ernesto Samper, a convertirse en figura clave de la política colombiana y continental.

Sus éxitos políticos se forjaron a partir de una sólida formación. Se graduó del Gimnasio Moderno, luego se licenció en Economía y Derecho por la Universidad Javeriana (1972), y adelantó estudios de posgrado en la Universidad de Columbia (Nueva York), en 1979.

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Complementó la política con diferentes aristas del poder; desde lo financiero[1], estatal[2] y diplomático[3], lo que moldeó a un hábil negociador, nota distintiva del político exitoso que sopesa problemas complejos y encuentra el equilibrio entre diversas fuerzas en tensión.

Fue secretario general del Partido Liberal (PL) y en 1982, fundó el Instituto de Estudios Liberales. Conquistó todos los niveles de representación popular (concejal, diputado, senador), antes de ser ungido por el pueblo colombiano como su presidente número 56, (1994-1998) y el último elegido por el PL. 

Su formación le permitió adquirir las destrezas para mantenerse vigente. A tal punto que, en 2014, por consenso del Consejo de jefes de Estado de los países miembros de la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR[4], fue designado como secretario general.

Su paso por UNASUR y la amenaza más grave de la historia moderna contra la humanidad, representada en la pandemia COVID-19, le suscitaron reflexiones sintetizadas en su libro: “Grito Latinoamericano[5]”. Logra captar el momento político latinoamericano. Sus meditaciones invitan a la integración, como mecanismo político y diplomático, cuyos beneficios mejoren la calidad de vida de sus habitantes y garantice la supervivencia de la región.

Nuestra entrevista, inició con la presentación que Celestino Arango hizo de CÚBICA y la Corporación Buen Ciudadano, así como su influencia intelectual en el oriente colombiano. Seguidamente se planteó el alcance de la integración:

REVISTA CUBICA. RC: ¿Es posible hablar de integración americana, iberoamericana o sólo Latinoamericana?

Ernesto Samper. ES: Iniciemos primero la integración latinoamericana y luego pensemos otros procesos de integración, pues en materia de integración, cada quien tiene una idea distinta.

Existen dos escuelas: la integración, simplemente como un problema de libre comercio, en el que se deben firmar Tratados de Libre Comercio (TLC), traducidos en tratados con presentación proforma que incluye: desarme arancelario, protección de inversión extranjera, propiedad intelectual y garantías jurídicas para las inversiones. Sobre esta base se hacen los TLC y se reparte la integración con varios países, pero con un claro polo hegemónico de Estados Unidos a la cabeza.

Este es el modelo conservador o neoliberal de derecha sobre lo que debe ser la integración y es el tipo de integración que hemos vivido, en lo que podemos denominar como el invierno conservador que va desde 2016 a 2022.

Pero hay otra concepción de integración, la de UNASUR, que implica procesos para construir región a través de construcción de ciudadanía, de infraestructura, de redes de conocimiento, inclusive de ejes articuladores de carácter político, como la preservación de la región como una zona de paz en el mundo, preservación de la continuidad democrática, vigencia de los derechos humanos (DDHH). Por tanto, son dos concepciones distintas.

Aterrizando el tema a la realidad latinoamericana, nunca ha sido tan importante la integración como ahora y nunca hemos estado tan desintegrados como estamos en ese momento.

Esa desintegración no depende de los TLC, que es la versión conservadora, sino de la vocación integracionista de la región, en una articulación de todos los intereses que nos unen. Lamentablemente, en los últimos 5 años, se perdió la posibilidad de construir o reactivar ese espíritu integracionista. Esa es la responsabilidad que tenemos por delante.

RC: Los países latinoamericanos, incluyendo Colombia, tienen dificultades en la construcción de su identidad y en su integración interna. ¿Sin unidades sólidas, cómo contemplar la integración de naciones latinoamericanas?

ES: Después del COVID-19, el mayor virus que ha tenido América Latina ha sido el virus de la ideologización de las relaciones internacionales.

Esto es muy importante para entender que una cosa es la politización de las relaciones internacionales, que consiste en que los países a pesar de que tengan signos ideológicos distintos, pueden encontrar unos comunes denominadores políticos que los identifiquen (democracia, paz o Derechos Humanos) y otra cosa muy distinta, que se ha vivido en la región los últimos 5 años es la ideologización de las relaciones internacionales, es decir, yo no me integro, no hablo, no sumo esfuerzos, sino con el gobierno que piensa igual a mí, que tiene los mismos principios y los mismos ejes de integración ideológica.

Creo que esa ideologización de las relaciones internacionales acabó con los procesos de integración que estaban en curso hace cinco años y terminó reemplazando a un organismo como UNASUR, donde existían gobiernos de diferente signo ideológico que compartían unos mismos denominadores comunes, como los señalados y lo convirtió en clubes ideológicos.

En ese marco se debilitó a UNASUR y se formó PROSUR, que tiene más de PRONORTE que de PROSUR, porque era una especie de afiliación o de declaración de dependencia ideológica a los Estados Unidos, o el Grupo de Lima, que se acabó cuando Perú resolvió salir del Grupo de Lima, entonces se acabó la sede, porque ya no era de Lima, pues Perú ya no estaba.

Los países no se integran en función de los intereses ideológicos de sus gobiernos sino de las necesidades de articulación de políticas comunes de los Estados. Es una relación entre Estados, diferente a una integración entre gobiernos.

Los procesos de integración vigentes (MERCOSUR – Alianza del Pacífico) estos países no se integraron como gobiernos, sino como Estados, y firmaron tratados constitutivos como Estados siendo hoy una integración de Estados, independiente de las políticas.

Diferente a la diversidad de la Unión Europea, Latinoamérica es una sola nación, en sus raíces, en sus dependencias, en sus luchas, hablamos la misma lengua, la misma historia.

Es preciso distinguir dos procesos distintos de colonización; la del norte, totalmente disruptivo que acabó con los pueblos originarios, y los territorios fueron ocupados por colonos, pero en América Latina, hubo integración primaria: mestizaje, una fragua étnica y una secundaria: la evangelización y un sincretismo religioso.

RC: ¿La Organización de Estados Americanos, OEA, es un factor de integración o sólo preserva e impone tendencias políticas?, Además, en América Latina, existen diferentes tendencias y organismos de integración, ¿cómo armonizar o unificar esfuerzos?

ES: Lo primero que debemos hacer es reemplazar el viejo y obsoleto sistema de integración latinoamericano. Cuando fui Presidente de la Cumbre de las Américas, en Miami, el Presidente Bill Clinton, en 1994, propuso un gran bloque americano, que incluyera el Sur, el Centro y el Caribe, y el Norte, para reconciliar los espíritus de Bolívar, O’Higgins y San Martín, con el de los padres fundadores de los Estados Unidos, del talante de Jefferson y Lincoln.

Estábamos imbuidos en una nube de integración, todos estábamos de acuerdo, que tenía sentido este bloque americano de integración, frente al Bloque Europeo y Asiático, pero lamentablemente a los pocos meses de estar en este éxtasis integracionista, EE.UU., suscribió el ALCA con México, lo cual acabó la posibilidad de integración, porque lo que había sido planteado como una integración multilateral terminó convertido en una integración bilateral de los EE.UU.

Recordemos que la Comunidad Andina, precisamente se rompió cuando Perú y Colombia, firmaron unos TLC con EE.UU., que acababan con los compromisos, frente a Venezuela, Ecuador, Bolivia, para hacer una especie de unión aduanera andina. Los TLC acabaron con las posibilidades de integración en ese momento.

El sistema de desarrollo es lo que queda, la relación de América Latina con EE.UU., está haciendo crisis, en primer lugar, porque el Acuerdo de San José, con su Corte de Derechos Humanos de Costa Rica, no ha sido suscrito por los Estados Unidos, por tanto, no forman parte de esa columna vertebral.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) quedó en manos de una persona de la época de Donald Trump, nos quitaron el BID a los latinoamericanos. El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, (TIAR[6]), es un acuerdo defensivo, cuestionable en la actualidad dado que su origen se remonta a recién finalizada la Segunda Guerra Mundial.

RC: ¿Es posible construir un tratado integracionista ajeno a tendencias políticas, de izquierda, de centro o derecha, que cuente con instrumentos jurídicos más estables, no supeditados a la unilateralidad de cada gobierno y permitan fortalecer a América Latina?

ES: Hago parte de los fundadores del Grupo de Puebla, que es un foro político y académico integrado por líderes progresistas de América Latina[7]. Su objetivo principal es articular ideas, modelos productivos, programas de desarrollo y políticas de Estado de carácter progresista.

Precisamente, el Presidente de Argentina, Alberto Fernández, lidera la Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños (CELAC). Hemos concluido que el primer paso es fortalecer la CELAC, mecanismo sombrilla donde estamos los 34 países, pero en estos momentos CELAC es débil, entonces la primera tesis es fortalecerla, empoderarla técnicamente, nombrarle un secretario general, que tenga un tratado constitutivo y que actúe como una cancillería de América Latina frente a un nuevo multilateralismo y, en segundo lugar, reactivar UNASUR.

Es necesario reactivar[8] UNASUR, porque ha sido el experimento que ha llegado más lejos en materia de integración, porque no solo combina la parte política (temas de democracia y paz), sino que además tiene más de 20 agendas sectoriales que se trabajaron por 10 años, en diferentes ámbitos como educación, salud, drogas, en agendas sectoriales muy similares y al estilo de las desarrolladas por la Unión Europea.

En tercer lugar, nos queda el camino de la convergencia. En América Latina hay diez procesos de integración en curso (Alianza del Pacífico, la Comunidad Andina, Mercosur, ALBA, Pacto Amazónico, estados del caribe, CARICOM, CICA, CELAC). Estamos trabajando con un grupo de expertos para no acabar con estos mecanismos, sino sintonizarlos, para que trabajen conjuntamente en una dirección que puede terminar en la CELAC, con tres columnas, eliminando duplicidades, y concentrarnos en lo que cada una está especializada.

Hay temas que en cada región es diferente, por ejemplo, la Comunidad Andina avanzó mucho en una visa de turismo, pero MERCOSUR tiene una visa de trabajo ampliada para toda la región latinoamericana. La cedula es el pasaporte latinoamericano.

Se trata de sumar, los que lo hacen bien, que sigan haciéndolo a nombre de todos, con esa matriz de convergencia, aspiramos llegar al mismo sitio: UNASUR ampliada a toda América Latina o un proceso de convergencia que termine en un solo organismo, por lo menos en coordinación política, son los mecanismos en estudio.

RC: ¿Es entonces la integración un camino para fortalecer los procesos democráticos de la región?

Claro, debemos entender que esto debe estar acompañado con un nuevo modelo de Desarrollo. Pasamos una pandemia y no podemos volver al mismo modelo que fracasó durante la pandemia.

Necesitamos de la pandemia para darnos cuenta que debemos fortalecer el Estado, salir del mito del modelo extractivista que tenemos en sur América, vendemos todo lo que producimos en la tierra y por debajo de la tierra, pero no somos capaces de agregar valor, no solo es democracia en un sentido electoral que permita votar cada cuatro años, sino realmente construir ciudadanía y que la gente tenga derecho a tener derechos, y eso nos lleva a la igualdad social.

El problema de América Latina no es que haya tantos pobres, sino profundas desigualdades, brechas laborales, de género, de campo-ciudad, esas grietas de desigualdad son las que debemos corregir a través de unas nuevas políticas.

RC: Por favor cuéntenos de sus anécdotas y experiencias en UNASUR. 

ES: Lo importante de UNASUR fue lo que no se vio. En Bolivia, hubo prácticamente un golpe de Estado que pudo fracturarla en dos países, uno con sede en Santa Cruz y otro, en la Paz. Gracias a la intervención de Michelle Bachelet, en calidad de presidente de UNASUR, se evitó la desmembración de Bolivia.

UNASUR también evitó el golpe al Presidente de Ecuador, Rafael Correa, todo gracias a que UNASUR tenía una gran capacidad para moverse políticamente, subrayó y es importante distinguirlo ideológicamente, no importaba si el país era de derecha o izquierda, estábamos comprometidos con la Democracia.

En lo personal, fue muy reconfortante inaugurar la sede multilateral en la mitad del mundo (Quito, Ecuador). La construcción fue diseñada por el arquitecto Diego Guayasamín con todo el desarrollo tecnológico, y una inversión cercana a los cincuenta y siete millones de dólares, en contraste, con la antigua sede, que estaba en una casa vieja cuando llegué a Quito.

Mi paso por la secretaría general fue una experiencia maravillosa para activar UNASUR. Se necesita voluntad de los países y que se acabe el poder del veto, que fue un gol que le metió al Presidente Álvaro Uribe, frente a las aspiraciones de los históricos de la integración, como Chávez, Evo o Kirchner, pues Colombia entraba a UNASUR, pero todo tenía que ser decidido por consenso, lo que, en términos prácticos, le daba a un solo país el derecho de vetar a la mayoría. Eso fue finalmente lo que más daño le hizo a UNASUR. Despejado ese tema, en este momento, de los 12 países que hicieron parte de UNASUR, habrían 7 que podrían reactivarla, lo cual sería muy importante.

RC: Además de los esfuerzos de líderes políticos, ¿cómo considera el papel que podría desempeñar la sociedad civil en la integración latinoamericana?

ES: Es una muy buena pregunta porque es uno de los puntos más débiles, de UNASUR y MERCOSUR, faltó meterle pueblo. Aunque había un Consejo Suramericano Cultural, en Buenos Aires, todo quedó reducido a canales demasiado formales y diplomáticos. Es necesario hacer un gran movimiento que dé una base, también empresarios, convocar a todos los sectores, meterle unos actores distintos.

RC: La Corporación Buen Ciudadano, lleva más de 20 años, promoviendo formación democrática y competencias ciudadanas, en el oriente colombiano. Sin embargo, es un esfuerzo difícil de sostener, ¿qué recomendaciones nos podría compartir para perseverar en estos propósitos?

ES: Actualmente, tengo dos inquietudes; la integración latinoamericana y la paz en Colombia, incluyendo la aplicación del Derecho Internacional Humanitario (DIH) en medio del conflicto.

La gente piensa que, con los acuerdos de la Habana, se consiguió la Paz. Para algunos fue punto de llegada, pero para otros, punto de partida.

Se necesita gestionar con los actores del conflicto, una Coordinadora Humanitaria, acordar una agenda mínima humanitaria. Si se termina el conflicto por acuerdos (deseable) o por sometimiento (también deseable) se requiere de una agenda mínima humanitaria que cubra: protección de no combatientes, hospitales, escuelas, sustitución de cultivos. Es muy amplia la gama para que no sufra la población civil.

Estoy satisfecho con esa agenda humanitaria, y la mejor recompensa en estos temas es que cuando se defienden valores tan importantes como la vida, la movilidad y la paz, no hay pierde, por poquito que sea, uno está avanzando en un buen terreno.

RC: En su momento fundó el Instituto de Estudios Liberales, tanto la revista CUBICA y la Corporación Buen Ciudadano se suscriben ideológicamente con el laicismo y los principios liberales, ¿actualmente dirige un espacio de formación política y de gobierno para la formación de las nuevas generaciones liberales?

ES: Yo fui el último presidente liberal, elegido por el PL, no por coalición, pero actualmente no tengo una actividad proselitista, porque creo que el papel del expresidente no es ese, es ayudar a la gente que está saliendo adelante.

Figuras políticas nacionales como Luis Carlos Galán, Horacio Serpa y Germán Vargas Lleras, todos nacieron del Partido Liberal.

El PL nació de lo social, es resultado de una suma de minorías, se requiere de una nueva fuerza. Hoy se necesitan buscar nuevos temas como el cambio climático o la seguridad alimentaria. De mi parte, estoy dispuesto a ayudar, pero son tareas que le competen a los jóvenes.

Así terminó la entrevista con el expresidente Samper, no sin antes resaltar su aprecio por Santander. Se despidió con una cálida sonrisa y con su reconocido buen humor, nos subrayó:

Yo aprendí a querer a Santander a través de Horacio Serpa[9]. Son amores que no se olvidan, como las novias de jóvenes.

Los esfuerzos del expresidente Samper para materializar la integración latinoamericana están en sintonía con los designios de Simón Bolívar, quien proféticamente advertía en la Carta de Jamaica (1815), la necesidad de lograr autonomía republicana frente al Imperio Español y de proteger las jóvenes naciones contra el poder hegemónico de Estados Unidos. Mas que un ideal retórico, este fin concentra el mayor pragmatismo: sólo la unión puede garantizar supervivencia y soberanía.

El expresidente de manera perseverante y coherente ha sostenido la bandera de la integración, incluso antes de su designación como secretario general de UNASUR. En su gobierno, presidió el Movimiento de países No Alineados, los intereses de países del Sur y la integración regional desde la Comunidad Andina, por tanto, sus acciones y producción académica, lo posicionan como experto en integración latinoamericana.

Si naciones tan heterogéneas, como las europeas o asiáticas, lograron procesos de integración, Latinoamérica, con mayor vocación política y comunes denominadores tiene todo para consolidar un bloque global influyente. 

En “Aquí Estoy y Aquí me Quedo”, el expresidente, dice: “muchas veces la gente protesta, simplemente porque nadie los oye[10]”. Las nuevas generaciones, no sólo protestan, sino que sacuden la región con su Grito Latinoamericano, valiéndose de la potencia amplificadora de las redes sociales y su mayor sensibilidad política y ambiental.

Para poder satisfacer sus expectativas de cambio, el expresidente señala el camino de integración: superar la ideologización de las relaciones internacionales y fortalecer UNASUR o un espacio análogo, como organismo multilateral y articulador de naciones hermanas. Todas soñadas por Bolívar, por hombres y mujeres, libres y de buenas costumbres, que ofrendaron sus vidas, luchando a su lado en gestas heroicas, para hoy ostentar la dignidad de ser colombianos, y probablemente, en un futuro cercano, también disfrutemos las ventajas asociadas a una plena ciudadanía latinoamericana.

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[1] Presidente Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF) de 1976 a 1981.

[2] Ministro de Desarrollo Económico (1990-1991).

[3] Embajador, ante Naciones Unidas (1982-1986), y ante España, (1992-1994).

[4] Cargo desempeñado hasta enero de 2019. www.cancilleria.gov.co/newsroom/news/ernesto-samper-tomo-juramento-secretario-general-unasur
[5] GRITO LATINOAMERICANO. América Latina tiene una oportunidad -si es capaz- de abrazar una agenda progresista. Editorial Planeta. 2021.

[6] Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), (Brasil, 1947. Conferencia Interamericana para Mantenimiento de la Paz y Seguridad del Continente). Defensa mutua, prevenir y reprimir amenazas contra estados integrantes. https://esdegue.edu.co/sites/default/files/2022-06/Boletin-24-JUNIO.pdf

[7] Espacio compartido con líderes como Alberto Fernández, Dilma Roussef, Lula da Silva, Leonel Fernández. José Miguel Insulza y Rafael Correa.

[8] Al realizarse la entrevista, el expresidente Samper, estaba muy entusiasmado con la posibilidad de victoria de Lula da Silva en Brasil, para reactivar UNASUR. El 30 de octubre, efectivamente Lula da Silva obtuvo la victoria.

[9] Desde 2009, Vivamos Humanos, liderada por el expresidente Samper, otorga el premio ‘Vivamos Humanos, Alfonso López Michelsen‘. En 2018, lo recibió Horacio Serpa, en reconocimiento a su contribución a la promoción y defensa de los derechos humanos y su labor humanitaria.

[10] Aquí Estoy y Aquí me Quedo: Testimonio de un Gobierno. Ernesto Samper, El Áncora Editores. Bogotá. 2000. Página 125.

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