Quinientos años de integración
Por: Franz Mutis Caballero Cúbica
Las naciones que hoy conforman los países latinoamericanos son el resultado del particular proceso que se inicia con la migración europea en 1492; al arribo de Colón y sus expedicionarios a Guanahani, la Corona Española declara el dominio sobre las tierras y los habitantes del territorio que conocemos como América. [1]
El proceso de integración latinoamericana[2] es sinuoso; desde el contacto inicial del europeo con los habitantes de estas tierras hasta los albores del siglo XIX, con el dominio de la Corona Española absolutista y de mano con la Iglesia Católica, legislaciones y capitulaciones realengas por doquier y con el proyecto de integrar tierras y habitantes a los esquemas político administrativos de la Corona, se establecieron los Virreinatos y las Capitanías Generales, aglutinadoras de las provincias, en territorios demarcados por accidentes geográficos; en paralelo a la fusión cultural, inducida por el ala dominante, se amalgama el mestizaje que hoy nos identifica, recogiendo atributos particulares en cada una de las divisiones territoriales administrativas, pero conectadas con la Corona; este algoritmo de aparente unidad con el monarca como símbolo, engendra en sí mismo la división que se manifiesta explícitamente cuando en 1810 surgen las declaratorias de autonomías locales y entonces cada provincia quiere resolver su gobernanza en forma particular y al tratar de entrometerse con el vecino surgen las pugnas, muchas resueltas con guerras civiles internas, hasta cuando en 1814 a partir del regreso de Fernando VII al ejercicio absolutista, la confrontación se redirecciona entre los independistas y los realistas.
Después de participar en la independencia de los Estados Unidos de América y en la Revolución Francesa, el venezolano Francisco de Miranda se convierte en el precursor de la independencia de la Latinoamérica2 dominada por la Corona Española; en sus planteamientos del proceso independista señala que una vez lograda la soberanía de cada territorio se integraría a un gran estado confederado soberano, que se llamaría Colombia. Es entonces Miranda quien primero habla de integración Latinoamericana y también quien promueve el nombre de Colombia como posible denominación de un futuro estado. A pesar del grave enfrentamiento[3] entre Bolívar y Miranda, tres años más tarde, el 6 de septiembre de 1815 desde Kingston, en perfecta consonancia con los postulados de Miranda, en su famosa y conocida Carta de Jamaica, Bolívar expresa su pensamiento libertario e integracionista:
«Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Nuevo Mundo en una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene su origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse; […] ¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras tres partes del mundo. Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración”.

Bolívar no abandona su derrotero; después del triunfo en el puente de Boyacá, hito definitivo que abre paso al proceso de construcción de un nuevo régimen, vuelve a Angostura donde está en desarrollo el Congreso del reducto de República Venezolana y en unión con Santander asumen la meta de convocar el Congreso Constituyente de la República de Colombia en año de 1821 en la Villa del Rosario de Cúcuta, integrando en una república los territorios del Virreinato de la Nueva Granada y la Capitanía General de Venezuela. Es el primer paso efectivo de una integración.
El empeño de Integrar las naciones, que logran establecerse como estados independientes y autónomos, permanece en la mente del “libertador presidente” y lo mueve a convocarlas en Panamá al Congreso que se conoció con el apelativo de Anfictiónico; sesionó desde el 22 de junio hasta el 15 de julio de 1826 y tuvo como objetivo establecer una confederación de naciones hispanoamericanas. Aunque su objetivo no se logró, se destaca que es el primer intento de crear un organismo internacional y asistieron representantes de México, Perú, República Federal de Centro América.
Desde entonces diferentes y numerosas iniciativas de instituciones internacionales en el marco latinoamericano han germinado, unas de corto alcance en el tiempo y otras permanecen; las primeras tendientes a fortalecer los procesos de conformación de los estados nacionales como independientes; en el transcurso de la maduración de cada uno de estos estados hay instituciones que han surgido básicamente con el propósito del fortalecimiento de economías orientadas por los mercados y otras por la producción. Desde la segunda guerra mundial algunas con énfasis en el derecho humanitario y en las últimas décadas con énfasis en la sostenibilidad.
Cuando las instituciones nacen con sesgos de visiones políticas particulares, tienen tanta fuerza que en un principio crecen, pero con el tiempo las contradicciones que generan terminan por disminuirlas. Las esferas de algunas de ellas se superponen y se refuerzan y en algunos casos se generan tensiones. La experiencia de la Unión Europea es un referente importante en consideración; fundamentalmente todas las naciones hacen parte de un globo hoy perfectamente conectado; no es posible desarrollar nada totalmente aislado de la gran Red que interconecta el mundo y que tiende a unificarse, a pesar de los movimientos nacionalistas que siguen aflorando.
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[1] El dominio de La Corona Española sobre Suramérica y Centroamérica es casi total; consideración especial la inserción de Brasil en Suramérica, por obedecer a los acuerdos establecidos entre el Rey Juan II de Portugal y los reyes católicos Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, contemplados en el Tratado de Tordesillas de 1494 que, al trazar un meridiano para definir el dominio de la Corona Española sobre el Atlántico, define en el nuevo mundo el territorio que le pertenece a Portugal. En los inicios del proceso de expansión de la Corona Española, los territorios del sur de Norteamérica también le pertenecen.
[2] Latinoamérica es el conjunto de naciones nacidas de los procesos de conquista y dominio de las Coronas Española y Portuguesa. El idioma las identifica, el portugués en Brasil y en las demás naciones el español.
[3] En 1810 en Caracas bajo el comando de Miranda, Simón Bolívar hace parte de la estructura militar que sostiene la independencia temporal de Venezuela, cuyo desarrollo termina en la capitulación que firma Miranda el 25 de julio de 1812, devolviendo el control de Venezuela a los realistas y generando un profundo malestar en Bolívar y demás libertarios que estiman que Miranda los traiciona y serían apresados mientras Miranda pretendía abandonar Venezuela. Por una suerte de emboscada en la que Bolívar es parte activa, Miranda es arrestado y transportado a la península y por el contrario Bolívar logra ir a la Nueva Granada y recibir apoyo de la Provincias Unidas que continúan en la gesta independista.

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